Elena Canabal: “Los inicios nunca son sencillos”.

“¿Será fácil entrar en el sector?, ¿Qué se esperaría de mí en las primeras entrevistas?, ¿debería hacer algún curso específico?”. Esas, y muchas otras preguntas salían disparadas como un cohete de mi cabeza tras leer por primera vez “cumplimiento normativo” en una oferta de empleo.

Hace ocho años que dejé la Universidad y confieso que teniendo ya una manifiesta vena aventurera, leer una publicación que, estando relacionada con el campo de búsqueda legal, tratase sobre una función que desconocía captó mi atención.

Comencé a indagar en Internet. Recurrí, fundamentalmente, a investigaciones publicadas en otros países sobre cuál era el alcance de aquello que llamaban  “cumplimiento normativo” y si podía encajar en mis perspectivas laborales. Se me viene a la mente el siguiente símil: “algo así como cuando ves un tráiler de una película para hacerte una idea sobre si te va a gustar”. A pesar de mi incesante búsqueda y consecuente lectura, tampoco me pude hacer una idea clara ya que todo lo que encontraba caminaba sobre la teoría, apenas había experiencias personales, por lo que no conseguía dar con artículos que fueran una verdadera guía para iniciados, aquellos que me hablaran de cómo sería “mi primer día como Compliance Officer”, “cómo afrontar entrevistas de empleo”, y que hubieran sido de gran utilidad.

Con esta breve introducción me gustaría inaugurar este post mensual en el que trataré, a lo largo de los sucesivos meses, compartir experiencias y opiniones, tanto propias como ajenas, que os puedan ayudar tanto a enfrentaros a los inicios de vuestra andanza en el sector como a daros ideas, legales y “no legales”, durante vuestra trayectoria profesional, ya sean vuestros primeros pasos, o no,  y ello siempre con el agradecimiento a ASCOM por su interés y  oportunidad de poder canalizar a través de mis futuros artículos del sector, con mi toque personal, esos conocimientos adquiridos desde el inicio de mi trayectoria profesional.

Dejando en el olvido mi anterior experiencia profesional en la que siempre caminé en la búsqueda de una rama del Derecho que me apasionase, la escasa lectura de aquellas búsquedas me hizo sentir que empezaba a considerar que la estela de “cumplimiento normativo” iba a ser mi nuevo camino, pero intuía que no sería sencillo.

Después de que aquella oferta suscitara mi agrado, apliqué, pero no obtuve respuesta, lo que podía resultar lógico dado que no podía engordar mi curriculum. El silencio no me amilanó, así que decidí buscar ofertas similares en Madrid en las que no fuera necesaria experiencia.

Me enfrentaba a época de crisis, año dos mil doce, y confieso que hace ocho años vi como una oportunidad esperanzadora dedicarme a una función “relativamente” nueva ya que pensaba que me podría permitir avanzar profesionalmente más rápida y así evitar enfrentarme a una larga cola de competidores, rasgo propio de la “generación Y”, poco conformistas, con anhelo a un modelo de carrera profesional ágil y grandes emprendedores.

Hasta ese momento lo único que había hecho era un “secondment” sobre la implantación de una herramienta de abuso de mercado fuera de España, proyecto temporal que confieso que no asocié al sector en un principio, y sobre el que no había cursado una formación específica.

Tras varios rechazos en el camino, llegó el momento esperado: mi primera entrevista. Estaba más nerviosa de lo normal ya que no sabía a qué podía enfrentarme, no tenía contactos, ni siquiera conocidos que me hubieran podido ayudar a prepararla. Llegados a este punto, me gustaría, como primera tarea, bien que recordarais ese momento si ya lo vivisteis o bien que os sintáis curiosos esperando la respuesta a “¿y cómo lo afrontaste?”.

La respuesta, lejos de ser el consejo que conscientemente me apliqué, ya que en ese momento actué por inercia, sería enfocar todas las destrezas universitarias adquiridas con el paso de los años, incluso, las primeras incursiones laborales, si ya se han experimentado, a las características esperables de un compliance officer primerizo. A continuación os enfoco las que yo considero primordiales:

  • mostrar ganas y pasión por el sector, y por la empresa a la que has aplicado;
  • estar al día con las normas;
  • capacidad de interpretar normativa muy variada, sintetizarla y hacer análisis de impactos;
  • servir de multitarea, no tener miedo a asumir funciones diversas e incluso de cierta complejidad;
  • visualizar posibles riesgos y buscar maneras de mitigarlos;
  • destreza informática;
  • capacidad para comunicar y transmitir;
  • detección de posibles incumplimientos, lo que se traduce en “ser avispado si detecto que un patrón de comportamiento no se adapta a una norma que me acabo de estudiar”;
  • innovar, tener visión de futuro, aportar tu visión de cómo mejorar los procesos establecidos o incluso implantar nuevos;
  • mantener una formación adecuada;
  • mejorar incesantemente en el conocimiento y práctica de los idiomas indispensables.

Tras aquella entrevista, en la que puse la pasión y las ganas como ingrediente principal, obtuve el puesto y me até los cordones para comenzar mi trayectoria. Sin duda, una de las mejores decisiones de mi vida y, os aseguro, que, aunque ahora la función está mejor posicionada y hay más competidores en el mercado, volvería a hacerme hueco en ella, pero eso, ya os lo iré contando en los próximos artículos…

Nos vemos en el siguiente post.

Cuidaros.

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