Los conocimientos y herramientas legales son completamente necesarios pero no suficientes para promover y garantizar el cumplimiento ético en los negocios de forma activa y perdurable. Para ello, se debe construir una cultura de empresa verdaderamente participativa y sostenible en el tiempo, evitando acciones de “spray and pray”: difundir la propuesta normativa desde arriba y “rezar” para que se cumpla y así no ser sancionados.
Está plenamente demostrado en psicología social que la motivación y posibilidad de elección de adoptar o no una conducta ética no solo se produce para evitar el riesgo de castigo, sino que están implicados muchos sesgos cognitivos y otros factores axiológicos y contextuales que la condicionan.
¿Por qué los seres humanos elegimos comportarnos según valores o guías de autogobierno como son la integridad, la simplicidad, la imaginación o el cuidado y afecto positivo hacia los demás? ¿Por temor a las consecuencias negativas de no hacerlo o porque esta elección nos proporciona autoestima, sentido de pertenencia y bienestar emocional al ser coherentes con nuestros valores compartidos?.
Desde el Modelo Triaxial de Valores, desarrollado por Salvador García y Simón Dolan en la Universidad de Barcelona y en ESADE, cuando hablamos de Inteligencia de Valores nos referimos a la capacidad de saber elegir valores que se pueden situar en tres ejes mutuamente complementarios:
- Inteligencia de valores ético-social: integridad, autenticidad, respeto, transparencia, dignidad, libertad, amor a un mismo y a los demás…
- Inteligencia de valores económico-pragmática: eficacia, esfuerzo, simplicidad, orden, coherencia de acción…
- Inteligencia de valores emocional-generativa o “poiética”: confianza, imaginación, alegría, entusiasmo, valentía…
La falta de ética en la empresa tiende a conducirla a largo plazo a su expulsión del sistema, tal como ocurrió en el tristemente famoso caso de Enron y tantas otros.
Por otra parte, el cumplimiento de una ética de mínimos, asociado al cumplimiento normativo, permite permanecer o “ser sostenible” dentro del sistema. Lo que podría denominarse un “Compliance por Temores”, o coercitivo, es una intención de cumplimiento ético de las empresas basado en la identificación de riesgos legales y regulatorios y la evitación de sanciones para la empresa. Esta es, en esencia, la propuesta actual de “ética de mínimos” que promueven muchos de los sistemas de Compliance actuales.
Sin embargo, existe una tercera dimensión de posibilidad de ética empresarial que podríamos llamar “dimensión ética transformadora”. Es la que se manifiesta cuando existe un liderazgo y un management participativo capaz de crear una cultura de bienestar en el trabajo y de compromiso ético en libertad.
Esta cultura o forma de pensar y hacer las cosas bien no solo es el fruto de códigos de conducta ética escritos en un protocolo, sino que, de forma estratégica, ha de integrar en el día a día, con toda normalidad, los valores ético-sociales con los valores económico-pragmáticos y los valores emocionales-generativos.
Cuando los valores éticos como la integridad o la empatía se articulan con valores pragmáticos como la simplicidad o el esfuerzo y valores emocionales-generativos o “poiéticos” como la iniciativa creativa o la alegría se construyen culturas de empresa verdaderamente efectivas y con un propósito económico y social interconectado. Desde el modelo un error que los códigos éticos vayan por un lado y los valores prácticos y emocionales de la empresa por otro.
Una consideración importante es que, en el centro o trasfondo de este Modelo Triaxial de Valores se sitúa la posibilidad de darse cuenta o consciencia despierta, así como la conciencia o posibilidad de tener en cuenta aquello de lo que nos damos cuenta. A la suma de consciencia y conciencia podemos llamarla “plena presencia”.
En todo caso, la futura evolución de los sistemas de Compliance va en paralelo a la propia evolución deseable de la sociedad y del modelo de liderazgo y management de las empresas, que cada vez va más desde la clásica cultura de control vertical de la “Dirección por Instrucciones” a la cultura de confianza y desarrollo participativo de la “Dirección por Valores”, basada en la co-creación y el despliegue participativo de la inteligencia de valores colectiva.
El próximo jueves 4 de marzo, de 14:30 a 16:00, a través de una sesión altamente interactiva y en la que se esperan la participación y aportaciones de los asistentes, el Dr. Salvador García explicará esta propuesta de construcción de sistemas de Compliance, que él mismo ha denominado “Compliance por Valores” (CpV©)” y que se define como un sistema de evitación de riesgos de conducta sancionable y de garantía de existencia de buenas prácticas en la empresa sustentado en una cultura viva de valores éticos, prácticos y emocionales interconectados, siendo formulada y aplicada de forma participativa y sostenida.
Desde el Instituto de Estudios de Compliance de ASCOM, esperamos que esta sesión contribuya a ampliar horizontes y aportar nuevas ideas y puntos de vista que inspiren a las organizaciones a construir sistemas de Compliance que estén firmemente sustentados en una cultura ética y de compromiso con el cumplimiento de las leyes y regulaciones.
Referencias
García, S. (2018). La Inteligencia de Valores: un buen paso hacia dentro y tres hacia delante. ECU.
Aznar, E. (2020). La importancia de la cultura corporativa en la prevención de riesgos de compliance. Retos e ideas para la implantación de una cultura ética. En Mapa de riesgos penales y prevención del delito en la empresa (pp. 501-518). Wolters Kluwer.